Publicado en El Diario Montañés el 7-5-2018
Fernando Gutiérrez Gómez
Amnistía Internacional Cantabria
Este
20 de abril cumplió seis años el Real Decreto Ley 16/2012 sobre la
sostenibilidad de nuestro sistema sanitario que, entre otras medidas “de
austeridad”, quitó la tarjeta sanitaria a los inmigrantes en situación
irregular. Y este triste aniversario de una discriminación aún no
corregida viene a coincidir con el reciente dictamen de este 29 de marzo
sobre el examen de España ante el Comité de Derechos Económicos,
Sociales y Culturales de Naciones Unidas (Comité DESC).
La
lectura cuidadosa del documento de observaciones finales de este Comité
deja una imagen que debiera avergonzar a nuestro Gobierno central. Así,
en su observación número 42 nos dice “el Comité insta al Estado parte
que lleve a cabo una evaluación exhaustiva sobre el impacto que ha
tenido la aplicación del Real Decreto-ley 16/2012 en el disfrute del
derecho del más alto nivel posible de salud a fin de llevar a cabo los
reajustes necesarios para garantizar la disponibilidad, accesibilidad,
asequibilidad, aceptabilidad y calidad de los servicios y atención de
salud, incluyendo la derogación de las disposiciones que implicaron
retrocesos en la protección del derecho a la salud. Además, le insta a
que tome las medidas necesarias para que los migrantes en situación
irregular tengan acceso a todos los servicios de salud necesarios, sin
discriminación alguna, de conformidad con los artículos 2 y 12 del
Pacto."
Usted
que me lee, se preguntará cómo es posible tal disparidad entre nuestras
obligaciones de derecho internacional y la práctica interna que
mantiene a unos ciudadanos como de segunda clase, a los que se les niega
un derecho tan básico como el que te vea el médico de familia. La misma
contradicción la enfrentan los responsables sanitarios autonómicos
(también del PP) cuando se ven obligados a establecer medidas
complementarias en su ámbito regional para corregir tal injusticia
(también para proteger la salud pública).
Sin
embargo, en un ejercicio autoritario difícil de entender, el Ministerio
de Sanidad ha ido recurriendo la legalidad de estas normas
complementarias cuando eran aprobadas en autonomías no gobernadas por el
PP. Y, desgraciadamente, el Tribunal Constitucional, en varias
sentencias con votos discrepantes, le ha ido dando la razón al
Ministerio, sin prestar la debida atención a las obligaciones que nos
impone el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y
Culturales. El Tribunal Constitucional da por buena la potestad del
Gobierno central para reducir la atención sanitaria a los migrantes en
situación irregular. No es este el momento ni el lugar de hablar sobre
el sistema de elección de los magistrados de este alto tribunal, pero
algún día tendrá que dar marcha atrás en este asunto y obedecer el
mandato del Comité DESC de Naciones Unidas.
De
otros aspectos de la reforma sanitaria que han ido significando un
deterioro de la calidad de la asistencia, tales como el aumento del
copago farmacéutico, los numerosos medicamentos para males "menores" que
fueron excluidos del catálogo cubierto, el aumento de las listas de
espera, la mayor carga de trabajo sobre el personal sanitario, la
asistencia a la salud mental, etc., se ha ocupado un estudio de
investigadores de Amnistía Internacional llevado a cabo en Andalucía y
Galicia y presentado el pasado día 24 que se titula "La receta
equivocada". Su extensión y complejidad impiden reflejar aquí unas
conclusiones que seguramente merecen otro artículo de opinión como este.
Mientras, está disponible en internet para los lectores más
interesados.
En
cuanto a nuestra región, el gobierno autonómico bipartito mantiene con
precariedad una norma que viene a salvar la discriminación impuesta
desde el gobierno central y que garantiza la atención a todas aquellas
personas que no tengan ningún tipo de cobertura sanitaria reconocida.
Para que esto no se tuerza y para que, finalmente, el gobierno central
modifique el denostado Real Decreto-Ley, sigue siendo imprescindible el
apoyo de todos los agentes sociales.
Entre
estos agentes, conviene señalar a una ONG local, la Plataforma
"Ciudadanía contra la Exclusión Sanitaria", que viene denunciando el
retroceso en el derecho a la salud que supuso dicha norma, que acompaña a
inmigrantes en situación irregular para facilitarles el acceso a un
sistema sanitario que puede resultar dificultoso por la diversidad de
las distintas situaciones personales y de origen de estas personas y que
colabora con la autoridad sanitaria en el seguimiento periódico de la
aplicación de la norma autonómica antes mencionada (la Orden SAN
38/2015).
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